"El apronte"

El apronte
Como todos los días, a esa hora, “El Gato” se preparó para ir a la “pista” denominación ostentosa que hacíamos del ovalo marcado en un terreno baldío cercano a su casa, la noche anterior no se había sentido bien, no podía controlar su nerviosismo; el “Coach” como el acostumbraba a llamar a su entrenador, le había dicho el día anterior que pensaba tomarle el tiempo para controlar su estado, y aunque en varias ocasiones le aconsejó que si uno no se sentía bien y mucho mas si se encontraba afiebrado, no era conveniente realizar grandes esfuerzos, el “Gato” estaba dispuesto a hacerlo. En la “pista” lo esperaban sus amigos: Rafael, su hermano Ezequiel. Miguel, Julio, Anabella, Mariela, sus padres también aficionados al atletismo, el “loco” Fito, su tío y el mejor corredor que tenia la Agrupación Atlética Arrecifes, entidad que el también representaba,( y a la que quería tanto como a Boca Juniors el club de sus amores) y el resto de los deportistas. Luego de saludarse con ellos, comenzaron la entrada en calor, mientras comentaban sobre los últimos robos y hechos de violencia ocurridos en la ciudad. Terminado el “calentamiento” se apresto para iniciar la prueba, el “Coach” dio la orden de largada. El test consistía en correr 1.000 metros, y su meta personal era bajar los 2’58”, marca que había conseguido en alguna oportunidad en el Club Vélez Sarsfield de Liniers. Pasó los primeros 200 en 38”, e inmediatamente se dio cuenta, estaba peor de lo que creía y no solo no iba a lograr mejorar su record, sino que además no estaba seguro de poder completar el recorrido. A un costado el “loco” Fito lo alentaba ¡Vamos “gato”, fuerza!; faltan solo 800 metros, dos vueltitas más ¡Vamos! ¡No aflojes!, inspiró hondo, trató de acelerar, de “meter” un cambio y no pudo…Terminó los 1.000 metros; el tiempo 3’15” reflejaba que su malestar de la noche anterior, probablemente fuera una gripe latente, desilusionado comenzó a trotar nuevamente a lo largo de la pista, el pasto había crecido mucho en los últimos días a raíz de las lluvias. En algunos lugares alcanzaba la altura de un hombre y precisamente mientras trotaba vio que dos personas parecían buscar algo en el pastizal, días atrás alguien le comentó, que en uno de los tantos robos a los comercios de la ciudad se habían llevado una importante cantidad de dinero y que se presumía, que quienes cometieron ese atraco al ser perseguidos por la policía, se vieron obligados a arrojar el mismo en medio del camino por el que escaparon. Mientras seguía corriendo rumiando su amargura, no solo por no haberse superado, sino porque además venia a enfermarse a una semana de correrse la milla en Vélez Sarsfield, creyó ver algo entre los yuyos que circundaban el ovalo de tierra que utilizaban como pista. Detuvo su marcha y se acercó al lugar, se agachó para ver mejor; su sorpresa fue grande; entre las hierbas asomaba una bolsa llena de billetes…; se irguió para llamar a sus amigos y a su hermano Ezequiel, que distraídamente realizaban sus acostumbrados ejercicios de estiramientos post-entrenamiento en el lado interior de la pista; ese movimiento no le permitió ver que detrás de el se acercaban rápidamente las personas que había visto revisando los pastizales. Cuando se dio cuenta ya era demasiado tarde…Uno de ellos, advertido que la bolsa de dinero estaba en su poder le arrojó un golpe con algo que parecía una barreta, el deporte que practicara desde niño, no solo lo había fortalecido para la competencia atlética, también a soportar el dolor, además sus reflejos y reacciones se encontraban incrementados, por eso alcanzó a evitar el golpe que hubiera roto su cabeza. Sintió un fuerte dolor en su hombro izquierdo y al girar para tratar de defenderse pudo ver que el otro maleante ¡Portaba un arma! A la sombra de los olivos, su hermano, sus padres, amigos y los mas de treinta chicos, de las categorías menores, entre los que se encontraban sus primos y su sobrino “Maxi”, que con sus apenas dos años pretendía imitar al resto en la ejecución de sus ejercicios, seguían entrenando entre risas y bromas. De haberse trabado en lucha con los delincuentes un disparo podría haber dado en alguno de los niños, por esa razón y sin soltar la bolsa que contenía el dinero reaccionó rápidamente y corrió hacia la calle que pasaba por el lado oeste del predio. Sus piernas, que durante el apronte realizado momentos antes sintiera débiles, de pronto se habían transformado en increíblemente potentes y lo impulsaban tan velozmente como no recordaba haber corrido jamás. Pensó una tontería ¡Porque no habré corrido así cuando hice los 1.000! La providencia, que a veces se pone de nuestro lado, lo ayudó en esta oportunidad, por la calle hacia la cual se dirigía, se acercaba un patrullero haciendo su recorrida diaria por el barrio; se dio vuelta para ver por donde venían sus perseguidores y notó que estos habían desaparecido advertidos de la presencia policial. El dinero que llevaba en la bolsa, aun cuando no había podido observarlo bien, aparentaba ser mucho…Quizás, como para que la Agrupación viajara todo un año a un buen torneo. Dudó en seguir acercándose al móvil policial, tenia el dinero y solo el lo sabia, pero sus dudas duraron muy poco, eso no era lo que le habían enseñado sus padres…y con sus veinte años de conducta intachable no se iba a permitir una acto de ese tipo. Hizo señas al patrullero para que se acercara y pudo observar que su hermano, sus padres, su tío y el resto de los atletas, ahora si habían advertido que algo raro pasaba y se acercaban corriendo rápidamente hacia donde el estaba; también su entrenador” el coach” como el le decía, que además de entrenar a la triple A,(como le llamaban a su agrupación) corría y participaba en competencias como las 24 horas solidarias de Venado Tuerto que los tuviera como revelación y de la que volviera lesionado. Todos fueron a su encuentro, preocupados e intrigado por lo que había pasado, el “gato”, todavía nervioso, por las circunstancias vividas momentos antes les contó lo mejor que pudo, lo ocurrido sobre su reciente aventura. Entregó el dinero a la policía para que fuera devuelto a sus dueños y los sueños del “gato”, de un futuro mejor para la Agrupación Atlética Arrecifes, volvieron a ser ya nada más que eso, tan solo ¡Simples Sueños! , pero no le pesó, Su conciencia estaba tranquila…

Santiago E. Lértora
 
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