La gran serpiente

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La gran serpiente
“Anonadado por la majestuosidad de su temple, aletargó la mirada…
Hallando allí en la costa varada una simple roca,
Que no parecía tener otro fin que el ser lanzada hacia las fauces de la Gran Serpiente…”

-Esta roca debe ser la adecuada, allí hay otra…es sabido que si no es chata no sirve ¡Todas al agua!; la primera hizo dos, aquella tres y la que logre hacer mas será la ganadora-pensó Juan sin saber el hecho que según la leyenda dio nombre a nuestra ciudad_ Es cierto ¿Qué niño no ha jugado a hacer “patitos” con una piedra en un espejo de agua? Y Juan no es la excepción, sobre todo por vivir a solo dos cuadras del caudaloso río Arrecifes. “La Gran Serpiente” lo llama el, fundamentado en la forma que describe el río a lo largo de su curso hasta llegar al “riacho” Baradero. Además que lo llame como el mal ponderado reptil lo afirma el hecho de que por alguna razón quienes lo visitan quedan inmóviles, estupefactos, admirando las aguas de tan tremendo cauce, como padeciendo un raro tipo de veneno, que una mordida de una mortífera serpiente bien podría producir, afirma Juan.
Y luego todos ellos padecen de las mismas consecuencias, buscan despavoridos refugio bajo una frondosa arboleda, quizás bajo el gran sauce de la boca del arroyo, asado intermedio y pesca de algún dorado al asedio de la siempre huidiza mojarra. La rutina se repite, día tras día y sobre todo en verano. Es evidente el poder de la serpiente es inmenso e inagotable.
Quizás Juan exagera en sus comentarios, sobre todo porque es un niño de 8 años en quien la imaginación vuela. Pero muchas veces su fantasía tiene mucho de verdad. Como el verano pasado cuando sus primos capitalinos vacacionaron en Arrecifes. Acostumbrados ellos a las dimensiones del Río de la Plata denominaron apenas de “lombriz” a la gran serpiente arrecifeña de Juan. Quien muy enfadado y triste por tales comentarios no tardó en idear ayudado por los comentarios del pronostico, un buen castigo por las ofensas recibidas.
Entonces a la hora de replicar, hizo saber a sus primos de la profecía que habían despertado por insultarlo de tal forma. Y el era así, un niño sin maldad pero que se tomaba todo muy en serio, y más énfasis puso cuando sus huéspedes hicieron caso omiso y rieron irónicamente.
(Las primeras gotas cayeron sobre las calles de tierra de la ciudad, y el sonido inconfundible del techo de chapa anunciaba el comienzo…)
Como se había pronosticado, tres días de lluvia obligaron a los tíos de Juan y por ende a sus primos, a postergar el viaje de regreso a Buenos Aires. Era sin duda el retorno a su casa en esas condiciones de ruta, y la situación en la ciudad empeoraba. Sobre todo para sus primos, que de un momento a otro vieron como sus padres y los de Juan organizaban muebles, utensilios y cosas de valor, trasladándolas a la parte superior de la vivienda.
Por supuesto que no entendían porque ni el gesto de preocupación de los mas grandes, ni porque Juan estaba mas tranquilo y ellos muertos de miedo.
¿Qué estaba ocurriendo? Sin dudas su primo lo sabía y no disfrutaba del suceso, pero de algún modo era real la profecía que el les había anunciado.
El miedo los consumía y el escenario no era de lo mejor, la lluvia torrencial no cesaba, los truenos se confundían con la sirena de los bomberos a toda orquesta, y los rayos iluminaban por doquier. Sin dudas que parecía el teatro Colón en el mejor de sus días, pero esta función no era divertida ¿Cuándo culminaría? ¿Si era la profecía de Juan, unas disculpas bastarían?
¿La gran serpiente los devoraría a su provecho por haberla insultado? ¿De ínfima e irreal?
A todo esto Juan se arropaba a más no poder para sumarse a la evacuación de los vecinos, y sutilmente les decía-“les advertí, despertaron a la serpiente”-
Era demasiado, no tardaron en llegar las disculpas del caso, mas bien se diría plegarias plegarias por parte de los inocentes “hombres de la ciudad”. Aceptadas estas pidieron una explicación, y por supuesto una salvadora solución.
Ya en el refugio, Juan haciendo una comparación más que lógica y acertada, les enseñó a sus primos(a pesar de su corta edad) que las serpientes cuando comen y tragan a su presa aumentan considerablemente de tamaño. Lo que les permite devorar alimañas más grandes que el propio reptil.
De igual manera nuestro río “al comer” el agua de lluvia y la que baja por la pendiente de los campos, debido a esto rebalsa. Y se sale de su cauce provocando inundaciones, que ven obligados a los pobladores cercanos a evacuar. Es una de las razones de por que llamo la “Gran Serpiente” al río y no hay que subestimarle como habrán sido testigos. No subestimen nunca lo que no conocen (concluyó Juan).
Los niños aprendieron su lección y prometieron volver el año próximo. Un día más tarde partieron con rumbo a Capital con sus padres.
Se había producido en Arrecifes una de las mas grandes inundaciones de los últimos tiempos, ¿Se había cumplido la profecía de Juan…?
La serpiente ahora descansa, sus mansas aguas a su paso regalan vida, y en nada atemorizan al niño. Que por efecto del raro veneno, se agacha y recoge unas cuantas rocas, todas con el mismo fin; dar saltos sobre la piel de la gran Serpiente que no se inmuta. Esa hizo dos, esa tres…, la ganadora espera ser lanzada…”


Fernando Lértora
 
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