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Tal como habiamos decidido al crear este nuevo blog, nuestra idea original era utilizar el mismo para descubrir virtudes literarias de algunos atletas, exponiendo sus trabajos a la valoración del publico en general. Tambien que cualquiera de nuestros seguidores nos envien cosas que consideren interesantes, divertidas o algun cuento, poesia o anecdota que consideren digna de ser publicada(siempre relacionada al deporte), envien lo que quieran publicar a los siguientes correos ezelrt@yahoo.com.ar; santiler@yahoo.com.ar; o santiler@live.com.ar . Nos comprometemos a publicar los mismos. ¡Quedamos a la espera! Mientras lean algunas de nuestras cosas.

Extraña mirada (El ahorcado)
Finalmente la lluvia de la noche anterior había traído consigo el tan ansiado descenso de temperatura. Era una tarde apacible, demasiado viento quizás, pero luego de una semana de tan intenso calor, representaba una molestia minima. Miró por la ventanilla, el trigo en algunos lugares, y el pasto silvestre en otros, movidos por el viento semejaban olas, igual a las del lugar que acababa de dejar cerca del mar. Había permanecido allí durante una semana, lapso este que era la duración de los juegos culturales y deportivos que se realizaban todos los años en esta ciudad y en la que una de las atletas entrenadas por el participara. Entrenaba niños y adultos en la practica del atletismo desde hacia muchos años. Y en varias oportunidades algunos de los jóvenes acondicionados por el habían logrado la clasificación para participar en este evento lo que les permitiera conocer tan maravilloso lugar.
La rara sensación que había tenido durante gran parte de los días de estadía, volvió a hacerse presente, no podía definirla sino como algo “raro” de explicar, pero para nada agradable. El micro que transportaba a la delegación de la que formaba parte avanzaba rápidamente y ya había recorrido la mitad del trayecto que existía hasta Arrecifes, su ciudad natal.
Trataba de estar tranquilo, pero la rara sensación no le permitia relajarse, Jorge, el Director de Cultura, encargado de la delegación se acercó hasta el para decirle que iban a detenerse en el próximo paraje; allí podían comer algo, ir al baño y estirar las piernas. Faltaba bastante para llegar, unos trescientos kilómetros aproximadamente, por lo que decidieron parar media hora, tiempo más que suficiente para caminar un rato por los alrededores del parador elegido para detenerse. El Ahorcado, así se llamaba el lugar, no era extraño este tipo de nombres para denominar estos pequeños pueblos, se acostumbraba a ponerle el de algún hecho de relevancia que hubiera ocurrido en el mismo, o el algún personaje conocido o destacado por esos lares. Bajó lentamente, sus piernas se encontraban entumecidas por las varias horas de estar sentado, además esa rodilla que lo tenía a mal traer y no le permitía salir a entrenar con sus dirigidos se había hecho sentir bastante durante esos días.
Había descendido del micro con la intención de caminar, y sin pensarlo demasiado comenzó a andar rumbo a lo que parecía el centro de la ciudad cuando se cruzó con una persona que caminaba en sentido contrario, por costumbre levantó la mano para saludarle, el sujeto un joven de unos veinte y pico de años amagó detenerse, pero prosiguió su marcha, al pasar junto a el le miró; devolvió la mirada y aquella sensación tan desagradable, de que algo malo iba a ocurrir se hizo sentir mas fuerte que en todos los días anteriores. Creía recordar haber visto una forma de mirar tan rara como la que tenía ese joven, pero no recordaba donde ni cuando. Una cosa era cierta
¡Que extraña mirada! ¡Asustaba! ¿Dónde había visto una igual? Trató de recordar y no pudo. Comenzó a sentirse inquieto tal como en días anteriores, (es tiempo de regresar pensó) y aceleró el paso. Creyó escuchar un ruido como de pisadas detrás suyo, tonterías, donde esta tú coraje se dijo así mismo, giró su cabeza y…efectivamente, tres personas marchaban tras el. Una de ellas era el joven con el que se había cruzado al llegar al parador, las otras dos, tan desconocidas como el primero, pero para su sorpresa y para acrecentar su temor…Con la misma “extraña mirada”. Le hubiese gustado poder correr pero sabía que su pierna lesionada no se lo permitiría, trató de tranquilizarse. ¿Qué pasaba en definitiva? Alguien, tres personas caminaban detrás de el, quizás por mera casualidad habían coincidido caminando hacia el mismo lugar. Pero esa mirada ¿Dónde la había visto antes? El sonido a pisadas de los tres raros personajes (por su extraña mirada) que marchaban tras el cambió, parecían mas. Giró fuera de sí, en otras ocasiones le había ocurrido, que del miedo mas profundo pasara a una ira tremenda…Y si, ya no eran tres sino mas de una decena, y todos con la misma forma de mirar, forma que al darse vuelta finalmente recordó donde y en quien la viera alguna vez ¡En un ahorcado! Sus ojos desorbitados, el color morado de su rostro y también advirtió la marca que la cuerda deja en el cuello de la persona que muere de esa forma.
Supo inmediatamente que su vida llegaba a su fin, y otra vez al igual que en otra oportunidad que estuviera a punto de morir, en aquella, ahogado en el río de su ciudad, vio pasar toda su vida en pocos segundos, pensó en su familia, sus amigos, en sus atletas, en el dolor causado a los demás por su imprudencia de bajar en este desconocido lugar…Luego, se dio cuenta que no era así, su destino estaba marcado desde el momento que comenzó a sentir esa extraña sensación. Lentamente se acercó a quienes lo seguían…muertos vivos, por eso le llamaban “El ahorcado” al parador. En las manos de uno de ellos advirtió una cuerda…
El micro se detuvo lentamente, llovía, el hombre de abrigado traje descendió del mismo y se dirigió hacia lo que parecía el lugar más céntrico del pequeño pueblo. El ahorcado, que extraño nombre para un parador pensó, emprendió la marcha, alguien encontraría a quien preguntar por unos terrenos a buen precio que se vendían en el lugar; estaba a trescientos kilómetros del mar(haría un buen negocio, comprando algunos de ellos meditó), un hombre de unos cincuenta años vestido con ropa deportiva y con una leve renguera en una pierna se acercaba en sentido contrario al suyo; se detuvo para esperarlo y preguntarle por el sitio que buscaba, cuando estuvo frente a el lo intentó, pero sin suerte, el hombre lo miró fijamente durante unos segundos y siguió su camino sin contestarle. Que gente difícil la de este pueblo dijo para sí…pero lo más raro y que le erizó la piel fue la forma de mirar del individuo ¿Donde vi antes una mirada así? Se preguntó ¿Donde?...

Santiago Ernesto Lértora
 
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